El balance de La Naval, una de las principales asociaciones regentes de los astilleros españoles, en la región del norte, en las bahías industriales de Bilbao, siempre ha sido agitado y en muchos casos de marcadas crisis agudas tanto para el estado, empresarios y trabajadores.
Pues la realidad es que entre idas y vueltas, el cierre del contrato con la empresa holandesa Van Oord se ha descartado definitivamente. Esto significa que no se continuara la construcción de su barco. La ausencia de un inversor privado es el factor de desconfianza para los holandeses que no quieren cerrar ningún contrato ni con el Gobierno central, ni con ninguna de las instituciones vascas.
La situación es ya de por si complicada, con todos los trabajadores ya tramitado el ERE de extinción. La Naval concluye que es «altamente improbable» que sea factible el apoyo público, y sólo entiende que es posible analizar «diversos apoyos para un nuevo proceso sucesor de la actividad actual».
Una esperanza existe para el astillero con un apoyo publico aceptado en un 50% por ciento si la otra mitad de la inversión es tomada por una entidad privada. Este puede ser el detalle que restablezca la actividad en el astillero.